El tema del “patrimonio estable” sigue dando que pensar a muchos ecónomos y gobiernos religiosos. No podía ser de otra manera dado que es una exigencia que nos viene de la misma Santa Sede. Es un tema nuevo, abierto. Me dicen que uno de estos meses va a haber otra reunión en Roma, organizada por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y la Sociedades de Vida Apostólica, dirigida a ecónomas y ecónomos generales donde se concretará lo que ya se anticipaba en el documento de 2014 Líneas orientativas para la gestión de los bienes. Señal de que no está todo dicho ni todo claro.
Obviamente, no sé qué se va a decir en esa reunión. Pero hay algo que se me ha ido haciendo claro a base de darle vueltas al asunto: la definición del “patrimonio estable” no tiene sólo que ver con la economía, con la administración. Tiene mucho y más que ver con las decisiones de gobierno, que desde hoy deben ir diseñando el futuro. Si el “patrimonio estable” es el que debe asegurar la viabilidad del instituto religioso en el futuro a medio y largo plazo, para definirlo hace falta tener una cierta claridad de por dónde se va a mover el instituto, hacia dónde va a ir, qué tipo de obras y actividades, cuántos miembros, a medio y largo plazo.
Sería inútil pensar el “patrimonio estable” dando por supuesto que dentro de veinte o treinta años el instituto o la provincia religiosa va a continuar con las mismas actividades, número de miembros y necesidades que tiene hoy. La realidad va a cambiar mucho y muy rápidamente. Pensar el “patrimonio estable” nos obliga a pensar/imaginar cómo va a ser el instituto cuando pasen esos años. Y cuando digo “imaginar” no quiero decir “soñar” sino reflexionar desde nuestra realidad actual lo que esperamos ser dentro de ese plazo de tiempo, siempre con una gran dosis de realismo, con los pies bien atados a la tierra que pisamos.
Basta mirar el número de miembros actuales de una provincia religiosa y los que se prevén que la formarán dentro de 30 años. Y ahí veremos que no van a hacer falta todas las casas/comunidades que tenemos actualmente. O quizá harán falta más, dependiendo del país en que se sitúe la provincia. Eso es lo que hay que prever. En muchas provincias de los países occidentales eso significará pensar ya hoy qué casas se van a cerrar en este tiempo y con qué orden. ¿Qué se va a hacer entonces con las actividades que tenemos ahora?
Por eso, insisto de nuevo en que el tema del “patrimonio estable” implica echar la mirada a medio y largo plazo, como ya decía en otra entrada (hacer click en este enlace).Implica superar el “cortoplacismo» del que también hablé en otra entrada (hacer click en este enlace)o la miopía del que es incapaz de mirar más allá de su realidad y necesidades actuales para contemplar, animados por el espíritu y por un sano realismo, cómo podremos seguir haciendo realidad la misión para la que fuimos llamados en la iglesia y en el mundo dentro de veinte o treinta o cincuenta años.
Son temas super interisantes, y para nuestra misión, muy enriquecedores, y nos ayudan a mirar el valor de lo económico y necesario en nuestras vidas y lo que se hace tener en cuenta, para este trabajo. Mil gracias. adelante.