En mi relación con diversas congregaciones religiosas, me sorprende ver cuántas ecónomas y ecónomos, generales y provinciales, viven al día. Ni siquiera se plantean la idea de planificar a largo plazo. Ni se les pasa por la mente. Las premuras del día a día, la última llamada telefónica, la urgencia del problema de aquella provincia o comunidad o actividad, no dejan lugar para el estudio tranquilo de la situación, para echar una mirada al futuro ni para planificar a largo plazo. Y me da la impresión de que en la actual situación se van a sentir más inclinados todavía a caer en esa tentación. ¡Va a haber más urgencias todavía!
Me hacen recordar una historia de Mafalda que ya he citado en otra entrada de este blog, publicada hace ya tres años (Lo urgente y lo importante), donde Mafalda recrimina a unos operarios que tratan de arreglar los cables de teléfonos que no se dediquen a buscar las raíces de lo nacional, que es mucho más importante aunque no tan urgente.
Han pasado tres años y me da la impresión de que seguimos en el mismo sitio. Pero ahora ya no es sólo Mafalda la que nos recuerda que lo urgente hay que balancearlo con lo importante. Es que el último documento de la CIVCSVA, Economía al servicio del carisma y la misión, insiste en la importancia de planificar a largo plazo, de echar una mirada al futuro para irlo preparando desde ya mismo. Dedica al tema unas cuantas páginas (nn. 22-27). Recojo aquí unos cuantos textos que nos pueden ayudar a convencernos de que vale la pena dedicar parte de nuestro tiempo a planificar.
“La relación entre carisma y visión de futuro es constitutiva de la misión misma de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica. (…) Es responsabilidad de cada instituto elaborar una visión de futuro, también en lo relativo a los aspectos administrativos de las obras” (n. 22).
“Hay que conseguir de manera urgente una mentalidad proyectual, gracias a lo cual se adquirirán una metodología e instrumentos para anticipar, diseñar y guiar el cambio y el crecimiento en las actividades diarias. Se trata pues de desarrollar estrategias y técnicas de análisis para valorar la factibilidad real de una acción” (n. 26).
Son dos muestras apenas. La realidad es que el documento entero está plagado de la misma idea: hay que planificar a largo plazo. La misma idea del patrimonio estable está ligada a esa planificación a largo plazo.
Para que no vivamos al golpe de la última llamada telefónica, para que nos demos cuenta de que los recursos escasos con que contamos no son sólo para hoy sino también para mañana. Para que no caigamos en una concepción ridícula de la providencia, pensando que hay que dejar el futuro en las manos de Dios y que a nosotros nos basta con vivir el presente. Suena muy evangélico pero la verdad es que la primera providencia que nos ha dado Dios es nuestra inteligencia y nuestra capacidad para pensar y planificar. No deja de ser curioso que seamos capaces de hacer planes pastorales a varios años vista pero que nos parezca un esfuerzo inútil e indigno planificar cómo vamos a usar nuestros recursos en los próximos años.
Dice un amigo mío que los documentos de nuestros capítulos, llenos de proyectos e ideas, deberían estar siempre acompañados de una memoria económica: ¿cómo se van a financiar esos proyectos? ¿Cómo podemos hacer que no sean flor de un día sino proyectos viables a largo plazo? (cfr. Economía al servicio del carisma y la misión, nn. 34-37)
Nos jugamos el futuro de nuestros institutos. Porque si no somos capaces de planificar a largo plazo, el futuro va a venir y nos va a pillar totalmente desprevenidos. Como a las vírgenes necias…
Gracias Fernando por tu enorme visión de lo importante.
Quería añadir en este momento de gran incertidumbre la necesidad de planificar, empezando por el corto plazo, por la gran influencia que está teniendo el COVID 19 en nuestras actividades (colegios, hospitales, residencias,..). Ahora es más necesario conocer con qué medios contamos para seguir adelante, de esta planificación tenemos que llegar a la conclusión de cómo vamos a poder llegar a ese plazo más largo, pero partiendo de una realidad actual, muy diferente a la de hace un par de meses.
«Partiendo de una realidad muy diferente». Tienes razón. Ahora hay que cambiar la mentalidad, ajustarse los machos, y enfrentar esta nueva realidad. Casi partir de cero. Me das tema para un próximo blog. La agilidad necesaria para el cambio.
Agradeceré mucho tus reflexiones sobre este tema. Las circunstancias nos exigen rapidez, buenos reflejos, ser flexibles porque cada día cambian las circunstancias y lidiar con la incertidumbre. Así que tus pensamientos, de seguro acertados, nos ayudarán a intentar hacerlo mejor.
Estoy muy de acuerdo con el tema de que planificamos las actividades para varios años, pero no nos preocupamos de sopesar el coste económico de las mismas, es la inercia del vivir y planificar la economía año a año, sin ver si podremos solventar todo los que generosamente plasmamos en los papeles respecto a las actividades a más largo plazo.
Gracias por tus reflexiones.