Ya sé que hay muchos lectores de este blog que viven en el hemisferio sur. Eso significa que lo que en España es tiempo de vacaciones allá es tiempo de curso ordinario. Pero estoy donde estoy, agosto está a la vuelta de la esquina y este bloggero necesita un descanso.
Pero la verdad es que religiosos y religiosas no saben, en la mayoría de los casos, lo que es un mes de vacaciones. No usan de eso. En realidad, ellos hacen verdad eso de que el mejor descanso es un cambio de actividad. Para la mayoría este tiempo se suele concretar en unos pocos días con la familia, otros para hacer un retiro más o menos largo y, con mucha probabilidad unos días de reuniones. No sé cómo nos las arreglamos pero no hay casi verano que se salve sin una asamblea, reunión, capítulo o algo de ese estilo.
El que escribe tiene capítulo provincial este verano y ahora mismo está en el aeropuerto a la espera de coger el avión que me llevará a un lugar lejano para hablar dos días de economía a la asamblea general de una congregación religiosa. Tampoco me salvo de la reunionitis que nos rodea y nos acogota.
Pero seamos sinceros. Es necesario reunirnos si queremos hacer camino juntos. Las reuniones podrán estar mejor o peor preparadas pero son el lugar donde podemos, pensar y soñar juntos, discernir y escuchar al Espíritu para intuir los caminos por donde nos quiere llevar en estos tiempos tan complicados (tan complicados como los anteriores y los venideros, con la diferencia de que estos son los nuestros, los que nos toca vivir). Esas reuniones son necesarias. De ahí salen los proyectos, las ideas por donde discurrirán los caminos que va a seguir cada instituto, cada provincia.
Sólo hay una cosa que me gustaría añadir desde el punto de vista de este blog. Deberíamos saber que cada proyecto que hagamos debería tener un anexo económico. Sería algo así como decir este es el proyecto y estos son los recursos con los que se va a financiar. Porque todo proyecto exige financiación. Sin financiación el proyecto morirá o incluso ni siquiera llegará a nacer. Y nosotros queremos que ese proyecto viva y perdure el tiempo necesario. ¿O es que lo nuestro es un puro soñar sin mucha intención de que aterrice en la realidad, de que transforme este mundo y haga presente el Reino?
Soñar pero con los pies en el suelo de la realidad. Soñar sabiendo que los recursos son limitados y que todo proyecto tiene implicaciones económicas. Por eso, ya escribí una entrada en la que decía que el ecónomo tiene que ser parte necesaria del gobierno. Porque sin tener en cuenta la economía es posible que se tomen decisiones en el aire o que incluso pongan en peligro otros proyectos que ya están en marcha.
Voy a guardar silencio durante este mes de agosto. A los que les toque, les deseo un buen descanso, un mejor tiempo de retiro, centrados en la Palabra, y, si hacen reuniones para soñar y discernir juntos, que tengan en cuenta las implicaciones económicas de sus sueños. Para que no se queden en eso, en meros sueños, sino que den frutos de Evangelio para la vida del mundo.
Completamente de acuerdo, amigo y compañero.
Para hacer realidad los sueños se necesita un ánimo emprendedor que es un don del Espíritu. Sin duda.
Hete aquí que el famoso «nada sin ti y todo contigo» se aplica a las mil maravillas en estos casos. Los amigos de Dios, a veces, nos olvidamos de utilizar con inteligencia las manos de Dios, de caminar con presteza con los pies de Dios y de articular buenas razones con la boca de Dios. Ni las manos, ni los pies y, por supuesto, ni la boca (a no ser que seamos falaces y mentirosos) se mueven sin la necesaria energía de los recursos espirituales, humanos y materiales con los que contemos.
Es así que, por un lado, escribimos y proyectamos (y … olvidamos) y, por otro, esperamos ayuda, misericordia … como si no hubiese ni mejor ni mayor necesidad que nuestros propios planes (¿caprichos?). Sin dudas, sin ironías y sin ningún tipo de congoja tendremos que calibrar qué fuerzas tenemos para ponernos a construir esa torre (la del evangelio) o a combatir ese ejército (también del evangelio). Esto necesita un poco de previsión, de cuantificación, de cálculo … de inteligencia económica. Otra vez, sin duda.
Personalmente, lamento que cada línea de nuestros proyectos personales, comunitarios y provinciales no tengan su estudio económico (en sentido amplio y sin demasiados decimales). Hay decisiones caras, hay no-decisiones carísimas y hay desidias que provocan la ruina. Los emprendedores tratan de llevar adelante proyectos viables. Estos proyectos … sí.
Cada decisión cuesta recursos. Serán recursos humanos (mano de obra = dinero). Serán recursos materiales (inversiones y otros edificios …). Serán … prioridades.
Como en la economía, esto es, dar respuesta con recursos limitados a unas necesidades, generalmente, mucho mayores a los recursos. Todo cuesta.
Gracias por tu reflexión.