Ya ha pasado, o casi, ese torbellino de cierre de cuentas, revisión de contabilidades, presupuestos y otras zarandajas a las que se dedican intensivamente los administradores en estos primeros días de cada año. Y el relajo permite leer un poco más los periódicos. He encontrado dos artículos interesantes, uno publicado en El Mundo el pasado 8 de febrero y otro en El País dos días después. Si hacen click en el subrayado podrán acceder a los textos. No son muy largos y tienen un lenguaje accesible.
En síntesis, el primero viene a decir que estamos cerca de la explosión de una burbuja financiera que ha sido creada por los mismos bancos centrales. En su afán por animar una economía deprimida han inundado el mercado de liquidez, de dinero, prestando baratísimo a los bancos comerciales. Los intereses han bajado hasta ser casi negativos. Tanta liquidez es lo que provoca la enorme volatilidad, los arribas y abajos continuos y extremos, de las bolsas de todo el mundo. El problema está en que si estalla esta burbuja, los bancos centrales ya no tienen recursos para luchar contra ella. La gran recesión está a la vuelta de la esquina. Y lo que pasamos en 2008 y años posteriores va a ser de risa comparado con lo que se avecina.
El segundo curiosamente se sitúa en el lado contrario. Esta volatilidad tiene que terminar porque la recuperación económica tiene sólidas bases, los mercados se están animando, la gente compra y vende. No hay por qué preocuparse. Este es un breve momento de caos pero en seguida los mercados se tranquilizarán y tomarán la senda alcista que se corresponde con la economía real.
Como ven, los dos artículos defienden tesis opuestas. ¿Cuál de ellos tiene razón? Pues, permítanme decir que lo más seguro es que quien sabe. Nadie tiene la varita mágica que nos permita conocer el futuro. Tenemos una cierta idea de los hechos pasados. Los podemos analizar. Los datos que usan los dos artículos son ciertos. Por una parte, los bancos centrales han inundado el mercado de dinero. Es cierto. Pero también es cierto que la economía real se ha animado, que aumenta el empleo, que se produce y vende más…
Pero del futuro nadie sabe. Esto de la economía siempre tiene un cierto carácter de caos incontrolable. Es así. Y seguirá siendo así. Si se encuentran con alguno que les asegura saber lo que va a pasar, desconfíen. Sean siempre prudentes y piensen que en un instituto religioso hay que pensar siempre a medio y largo plazo en lo económico. Nunca a corto plazo. Por eso, estas subidas y bajadas de un día para otro nos tienen que preocupar poco. Tenemos que tener, como ya hemos comentado hace tiempo en este mismo blog, nuestros propios criterios de inversión. Lo pueden ver haciendo click en este enlace. Lo nuestro es, como el Reino, a muy largo plazo: asegurar los medios para que nuestro instituto siga trabajando al servicio de la misión ahora y dentro de 50 años. Preocupados más por la misión que por la economía pero sabiendo que ésta es una condición necesaria e inevitable de aquella.