A veces no entiendo muy bien a nuestra gente. No tenemos duda en buscar al proveedor más barato cuando se trata de comprar desde patatas hasta un mueble pasando por una casa. En todos esos casos, buscamos el precio más económico, damos muchas vueltas hasta que encontramos una buena relación calidad-precio. Es posible que alguna vez nos equivoquemos pero no será por no darle vueltas.
Y, sin embargo, cuando entramos en el tema del dinero, parece que nos quedamos paralizados. Debe ser que los bancos nos impresionan todavía, nos parece que son una especie de santuarios del dinero. O es que, simplemente, son la encarnación del mal. Y cualquier actividad que tenga relación con ellos está cerca de la especulación y la usura. Entrar al despacho del director de un banco o que venga a casa uno de sus “ejecutivos de cuentas” nos sobresalta. Vienen de traje y corbata. Hablan con solemnidad. Dicen cifras y números como si controlasen todo en ese mundo misterioso de los cambios de moneda, de la bolsa, de la primera de riesgo. Nos envuelven y, a veces por qué no decirlo, hasta nos emboban. Ya es el colmo cuando en medio de la conversación nos meten alguna palabra en inglés. Entonces ya es como si estuviéramos ante los misterios de Eleusis pero en versión moderna.
Hay que perder el miedo. Ninguno de esos gurús de las finanzas sabe mucho más que nosotros. El sentido común debe predominar. En el fondo, los banqueros que nos visitan con ese halo de misterio no son más que comerciales o viajantes, que se decía antes. Son vendedores de sus productos. El dinero se compra y se vende. Tiene un precio que tenemos que pagar si pedimos un préstamo y que cobraremos si les damos nuestro dinero para que lo inviertan en un fondo. Les va la vida en vender y comprar. Pero no hay misterio. Ni nos debemos dejar envolver por las buenas palabras y por las promesas de que para ellos lo más importante es nuestro interés.
Ante los banqueros, debemos tener la misma actitud que cuando vamos al mercado a comprar el kilo de patatas. Buscamos la mejor relación calidad-precio. Y nada más. Si se trata de que nos hace falta un préstamo habrá que buscar en las diferentes tiendas/bancos. Hasta encontrar el mejor precio y las mejores condiciones. Si vamos a invertir, habrá que preguntar a varios a ver quién nos da más por nuestro dinero, con la mejor información posible de donde se invierte (porque tenemos unos criterios éticos), con la mejor relación seguridad-rentabilidad. Hasta encontrar lo que más nos convenza. Pero sin dejarnos impresionar ni envolver por las palabras y las corbatas. Que ellos ya se preocupan de defender sus intereses. Y nosotros debemos defender los nuestros (la misión a la que hemos sido llamados).
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