Aquí está ya el nuevo documento de la CIVCSVA. Ya está publicado. Tiene como título Economía al servicio del carisma y de la misión. Son 136 páginas (paginitas más bien por su tamaño) de documento que quiere poner por escrito unos criterios e indicaciones que orienten la economía de los institutos religiosos. Se ha hecho esperar pero al final todo llega. Ahora hay prisa por leerlo, por ver qué dice, por separar las exhortaciones parenéticas de las indicaciones más concretas, por revisar en qué nos afecta y que nuevos trabajos y cuidados nos va a echar encima.
Apenas he tenido tiempo de hacerle una rápida lectura, tratando de desentrañar lo que podrían ser sus claves más fundamentales. Pero la lectura ha sido fructífera. Entiendo que no dice muchas cosas nuevas. De alguna manera, ningún documento puede decir cosas muy novedosas. El Evangelio está ahí y no ha cambiado. Pero subraya algunas dimensiones que sería bueno tener en cuenta.
Hay un texto de la conclusión que me parece que sintetiza muy bien el espíritu del documento: “Las personas consagradas están llamadas a ser buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, administradores prudentes y fieles, con la tarea de cuidar con diligencia aquello que se les ha confiado”. Un amigo y ecónomo provincial ya fallecido decía que teníamos que cuidar mucho los bienes que teníamos porque era el dinero de los pobres. Viene a ser otra forma de decir lo mismo.
Lo que tenemos los religiosos lo tenemos al servicio de la misión (entendiendo por misión algo más grande que las actividades concretas e incluyendo en la misión necesariamente el cuidado de las personas de los religiosos en todas sus dimensiones y edades, desde su formación hasta su salud). Y sabiendo que la misión es también más grande que el mismo instituto. Este es el eje fundamental de todo lo que dice el documento. Y el criterio fundamental que debe orientar todas las decisiones administrativas y económicas de los institutos religiosos.
Luego vienen una serie de indicaciones prácticas. Se recuerda a los institutos que hay que cumplir lo mandado por el Derecho Canónico y por la Santa Sede, que eso que se manda no es tanto por controlar sino por la responsabilidad que tiene la Santa Sede de cuidar y velar por la Iglesia universal.
Todas esas indicaciones prácticas están dominadas por una llamada a la prudencia, a pensar bien las cosas, a tomar las decisiones debidamente asesorados, a usar los instrumentos habituales en el mundo de hoy (contabilidad, asesorías, auditorías…), a pensar a medio y largo plazo, a no actuar a lo loco. Prudencia, prudencia y prudencia para no poner en juego la misión del instituto y su servicio misionero al mundo y al Evangelio. Y capacidad de discernimiento para ir más allá de los intereses particulares y ponerse siempre en perspectiva de misión.
Hay que leer este documento con atención, como siempre. Quizá en este caso un poco más porque el lenguaje es un tanto complicado. No sé si es la traducción pero este punto es mejorable. Cuidar el lenguaje facilitaría la comprensión. Hay frases que cuesta entender y hay que leerlas dos veces. Pero vale la pena hacerlo.
En conclusión, tenemos un nuevo documento de la CIVCSVA. Hay que leerlo y meditarlo. Nos recuerda cuestiones fundamentales. Muchas son de sentido común pero ya se sabe que éste es a veces el menos común de los sentidos. Y el sentido común, junto con unos ciertos conocimientos técnicos, debería formar parte imprescindible del bagaje de los administradores de los institutos religiosos.
Muchas gracias por compartir. Regina