Me van a disculpar que me deje llevar por el tiempo litúrgico también en estas cosas de la administración. En estos días vamos a oír mucho lo de que comienza una vida nueva, que lo viejo ha pasado, que hay que morir el hombre viejo y que hay que resucitar. Todo es una invitación a comenzar de nuevo, a dejar atrás las viejas costumbres, los vicios, lo que se hacía siempre, los hábitos de toda la vida, los raíles de la vía que nos llevaban al mismo sitio ya conocido y manido. Puesto todo esto, también afecta a los administradores. También los administradores deben resucitar.
La resurrección de Jesús nos habla de una nueva vida. Y, por nueva, desconocida. Nos invita a entrar en territorios desconocidos pero prometedores. Ante nosotros se abren nuevas posibilidades, nuevos horizontes. En esa posición es posible que nos sintamos inseguros. Una cosa es hablar de entrar en esos nuevos terrenos y otra entrar en ellos de hecho y desbrozar esos caminos nuevos y desconocidos. A eso nos invita la resurrección de Jesús. A hacer eso en la vida, en nuestra vida. Y también en nuestra vida como administradores.
Hace ya unos cuantos años, en 2002, la 60ª Asamblea General de la Unión de Superiores Generales se reunió para pensar en el tema de la economía en los institutos religiosos. Al terminar la asamblea, publicaron un documento titulado Economía y misión en la Vida Consagrada hoy. Hoy sigue siendo una lectura interesante para los administradores.
Pues bien, al principio de ese documento hay un texto que nos puede servir para pensar por donde debería ir nuestra nueva vida como administradores “resucitados”. Los superiores generales dice que a los institutos religiosos les toca “establecer una política administrativa y económica que sea una propuesta alternativa a la que nos hace el neoliberalismo, entendido como sistema económico marcado por la ganancia y la libre economía de mercado, y una buena respuesta a las verdaderas necesidades de los institutos religiosos y al servicio de los pobres.” (n. 2).
Lo del neoliberalismo y la propuesta alternativa puede sonar un poco a izquierda extrema pero no deja de ser una realidad sobre la que el Evangelio tiene mucho que decir. Si los institutos religiosos quieren ponerse totalmente al servicio de la misión, del Evangelio, no puede ser que una parte tan importante de su vida como es la gestión de sus recursos pueda quedar aparte de la misión a la que todo se ha consagrado. No se trata sólo de que los beneficios que den esos recursos se destinen a la misión. La misma gestión de esos recursos, el mismo estilo de administración, debe estar también conformado por la misión.
Hay mucho que renovar, mucho a lo que morir y mucho en que resucitar en lo que se refiere a nuestro estilo de gestionar y administrar. Por eso es conveniente que los administradores, a todos los niveles, nos pongamos en modo “resucitar”, abiertos a nuevos y creativos modos de hacer las cosas, más evangélicos. Siempre al servicio de la misión.
60 Asamblea USG. Economía y misión en la Vida Consagrada hoy