El último documento de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y la Sociedades de Vida Apostólica (Economía al servicio del carisma y de la misión) nos lo recuerda con claridad. Los institutos deberían elaborar un Directorio y un Reglamento en torno al tema de la economía. Los dos documentos son tarea urgente. Pero nosotros debemos tener claro que lo importante son los criterios. Es decir, que el Directorio es lo importante. Y que el Reglamento, en realidad, no es más que la expresión de las normas prácticas, de las consecuencias, de los corolarios, que brotan de los criterios definidos en el Directorio. Vamos que lo importante son los criterios.
Hace años, cuando era el encargado de una residencia universitaria, me preocupé de elaborar dos documentos. Uno era el proyecto educativo. Y otro era el reglamento. Los universitarios se preocupaban sobre todo por el reglamento. Pero todo el tiempo que estuve al cargo de la residencia procuré insistir que más importante que el reglamento era el proyecto educativo. Éste proporcionaba el horizonte hacia donde quería caminar la residencia. De alguna forma, era una llamada a los colegiales para crecer, para mirar a lo que podían ser los retos que les planteaba el colegio en su crecimiento personal durante su etapa universitaria. Sin embargo, el reglamento marcaba los mínimos que había que cumplir para permanecer en el Colegio. Más allá de esos mínimos, se quedaban fuera. No sólo eso, el proyecto educativo era también el principio de interpretación y actualización del reglamento.
Pues lo mismo pasa con el Directorio y el Reglamento que nos plantea como tarea la CIVCSVA. El Directorio marcaría los criterios, las líneas de fuerza, las orientaciones, los ideales. El Reglamento sería la aplicación concreta a la situación actual de cada instituto de los principios y criterios establecidos en el Directorio. El Directorio es, por definición, mucho más estable. El Reglamento, también por definición, puede sufrir cambios con el paso del tiempo, hay que actualizarlo periódicamente porque se impone adaptar los criterios a las nuevas situaciones.
Dicho esto, no queda más remedio que ponerse a la tarea. Sin prisa pero sin pausa. Hay institutos que han hecho un reglamento pero que no se han sentado a hacer primero un directorio o documento que establezca con claridad los criterios. Es un error pero que se puede corregir.
Por si acaso sirve de ayuda, dejo aquí para mis lectores un artículo que acabo de publicar en la revista “Vida Religiosa” precisamente sobre el tema de los criterios, comentando los que el documento citado plantea en su número 50. Por si acaso a alguien le sirven de ayuda.
Muchas gracias Fernando
que importante tener claro los criterios