Cuando estudiaba teología nos hablaban de la “economía de la salvación” así que deduzco que la Navidad y la economía tienen que tener alguna relación profunda. Alguno me dirá que el término “economía” no tenía en aquella expresión el mismo significado que le damos en este blog. Pero estoy seguro de que alguna relación tienen.
De entrada, lo primero que me encuentro cuando pongo en Google “economía de la salvación” es lo siguiente: “la economía de la salvación se entiende como el régimen o el conjunto de todo lo dispuesto por Dios a la salvación de los hombres y mujeres”. Y me digo a mí mismo que ya tenemos el nexo de unión. Nos hace falta la economía de la salvación y, mientras que estemos peregrinos por este mundo, nos es necesaria también la economía de la economía. Es decir, el régimen o el conjunto de los bienes materiales que nos son necesarios para poder llevar una vida humana y mínimamente digna.
Alguno dirá que los que se dedican a la economía de la salvación tienen sus miras puestas en lo más alto. Mientras que los que nos dedicamos a la economía de la economía, de las cosas, parece que nos dedicamos a lo bajo, a lo mundano. Pero la verdad es que esta separación entre lo espiritual y lo material es muy artificial. La verdad es que todo está unido e imbricado de tal manera que es difícil separarlo. Podríamos decir como aquel místico ruso que el pan que es tan material y que sirve para saciar mi hambre se convierte en lo más espiritual cuando renuncio a él para dárselo al hambriento.
Es que Dios no quiere, no puede querer, sólo nuestro bien espiritual. Nos ha creado con un cuerpo y con unas necesidades y saciarlas adecuadamente es parte de la economía de la salvación integral de la persona.
Conclusión: nuestro trabajo como administradores es parte esencial de la economía de la salvación. Atendemos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, procuramos que haya los recursos necesarios para la consecución de la misión de la Iglesia que no es otra sino difundir la buena nueva de la salvación. Nuestro trabajo como administradores es ya parte de esa misión.
No hay nada más espiritual que la Navidad. Pero también no hay nada más material que la Navidad. Todo empezó allí integrado, imbricado, lo material con lo espiritual. El nacimiento del niño Dios con el olor de una cueva que hacía de cuadra. El calor del cariño de José y María con el calor físico que desprendían los animales. ¡Y los dos calores fueron necesarios para que el niño sobreviviera!
Os invito a celebrar la Navidad, a seguir trabajando para que la buena nueva de la salvación que nos trajo aquel niño pueda llegar a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo.
¡Feliz Navidad! Y que ustedes lo administren bien.
FELIZ NAVIDAD!!! para ti Fernando. Gracias por todas estas reflexiones que nos invitas a valorar.
Que la Navidad, suponga también un renacer en la conciencia ecónoma de los institutos religiosos. Qué Dios nos oriente por el buen camino a la hora de disponer y organizar sus bienes para la misión encomendada. Un abrazo
Claro que sí, y feliz Navidad para ti también, Fernando, un abrazo grande desde La Habana,
María Cristina, carmelita misionera.
Muchas gracias, por tu artículo. Muy bien encajado, en la «economía» de estos días entrañable de la Navidad. Que el Señor que viene, nos ayude en esta tarea encomendada a sumar siempre, a favor de nuestros hermanos más necesitados. FELIZ NAVIDAD
¡Muchas gracias! Por este gran compartir, que Dios te siga bendiciendo hoy y siempre. Un gran abrazo y Felices Fiestas.