La economía de una congregación o de una provincia incluye también la relación con los empleados. Pues hay un punto en esa relación que he ido viendo por experiencia que trae muchos problemas: es el asunto de la “cadena de mando”. Una cadena de mando que no dejamos clara, de tal modo que muchas veces nuestros empleados no saben quien es su jefe, a quien tienen que reportar, quien les manda. A veces también sucede que los superiores no saben respetar los mandos intermedios que ellos mismos han nombrado. Y ahí viene la confusión y el caos.
Esto pasa, por ejemplo, con los empleados que hay en las comunidades. Como no se ha dejado claro quién es el responsable y coordinador del trabajo del empleado, él atiende indistintamente a las órdenes que recibe de todos los miembros de la comunidad. Para él todos los religiosos son “jefes”. No es que todos ellos, los miembros de la comunidad, lleguen y manden (aunque en ocasiones así sucede). A veces simplemente, dan su opinión. Pero el empleado no entiende que sea una opinión sino que lo recibe como una orden. Y se produce la confusión: un empleado/a y cuatro, cinco o seis jefes o jefas. ¿No sería mejor para todos dejar claro que el responsable es el superior o el ecónomo?
Podríamos poner más ejemplos. Me contaron de una editorial donde se jubiló el laico que hacía de director. El gobierno religioso responsable decidió nombrar como director a otro laico que llevaba ya un tiempo haciendo de vice. Lo malo fue que en ningún momento se reunió a los empleados para anunciar oficialmente el nombramiento. Y, ¡zas!, la confusión. Nadie sabía entre los empleados quien estaba realmente al mando. Y el designado también se sentía desautorizado y sin saber exactamente cuál era su puesto.
En otros casos se ha nombrado un equipo para que se haga cargo de las diferentes actividades de la provincia o congregación (colegios, hospitales…) pero no se ha dejado claro la cadena de mando. Los responsables de cada actividad no saben si el responsable de ese equipo es su jefe o una figura decorativa. No saben si tiene que reportar a él o al provincial. A veces el provincial interviene directamente saltándose la cadena de mando que él mismo estableció (con lo que eso supone de falta de respeto para la persona en el cargo). Y se da lugar a la confusión y el caos.
Es necesario ser muy claro sobre la cadena de mando. Es bueno para los religiosos y bueno para los empleados. Todos van a tener claro el lugar donde están. Y quién es su jefe y responsable. Eso no significa que no haya diálogo. Pero es necesario saber quién toma la decisión final y quién es responsable. Quién, después de todo el diálogo que sea necesario, toma la decisión y quién tiene que obedecer y ejecutar.
Sin esa claridad es muy difícil que organizaciones con tantos empleados y tanto movimiento económico y problemas de tan diverso tipo como las que tienen muchas provincias de institutos religiosos, se puedan gestionar de una forma eficaz y cumplir con la misión para la que fueron fundadas.
Claridad para evitar la confusión. Claridad para que los empleados se sientan bien y conozcan su puesto y lugar dentro de la organización. Claridad por puro respeto a los hombres y mujeres que colaboran con nuestros institutos. Claridad, por favor.
Una realidad muy común. Gracias por ayudarnos a tomar en cuenta esta situación tan sencilla pero tan importante a la vez
Gracias. Esto nos lleva a tener claras las normas con relación al personal no religioso que labora con nosotros. Saber quien esta al frente de ellos, a quien ddirigirse, y a quien dar razón de su labor.
Si confusión que en México se aumenta entre los rolles de: superior, ecónomo y representante legal….