Este es uno de los grandes retos que tiene cualquier ecónomo o administrador de una institución religiosa, de una comunidad o de una provincia: informar de economía con claridad y transparencia a sus hermanos o hermanas. Sobre todo cuando de esa información dependen decisiones tan importantes como unos presupuestos o una inversión inmobiliaria o una gran obra. El hecho de que no entiendan nada de economía no es disculpa. No se puede salir de la reunión diciendo que “es que no entienden nada”.
En toda comunicación la principal responsabilidad es del emisor, del que quiere comunicar algo. No se puede poner el peso de la culpa en el receptor diciendo que no ha escuchado bien o que no entiende. El otro día me comentaba un religioso amigo que en el tiempo en que había formado parte de un gobierno provincial nunca había entendido las informaciones sobre economía que les ofrecía periódicamente el ecónomo de la provincia. Me decía que había dado su aprobación basado en la confianza de que todo estaba bien y que se fiaba de aquella opinión más, se supone, autorizada sobre el tema.
Repito que la principal responsabilidad es del que ofrece la información. Tiene que ser consciente de que sus escuchantes no tienen sus conocimientos y es normal que no los tengan. Por eso, en la primera reunión, y quizá en alguna reunión más, sería conveniente ofrecer a los participantes en la reunión algunas nociones básicas que les permitan entender lo que son las cuestiones más simples de economía y contabilidad: la diferencia entre gasto e inversión, lo que son unos presupuestos, una cuenta de resultados y un balance. Son cosas muy sencillas pero que permiten luego enfrentarse a los informes económicos con una cierta capacidad de comprenderlos.
Y, claro está, habría que poner también en los oyentes alguna responsabilidad. Diría que es responsabilidad de todos los que forman un gobierno provincial o general, entender lo que son esas cuestiones básicas. Tendrán que hacer su esfuerzo por asimilarlas, por comprenderlas. ¿Cómo si no van a aprobar las cuentas de la provincia o de la congregación? ¿Cómo si no van a tomar decisiones económicas que pueden comprometer a medio o largo plazo el futuro de su institución?
Pero es responsabilidad del ecónomo o administrador ofrecer la ayuda necesaria para que los miembros del gobierno puedan llegar a comprender esas cuestiones básicas. Porque uno solo, enfrentado por primera vez sin ayuda a una cuenta de resultados o a un balance, lo más que puede hacer es poner cara de circunstancias, pero poco más. ¿Cómo aprenderán si nadie les enseña?
Recordemos aquella norma básica de la contabilidad que decía que la información económica siempre tiene que ser “comprensible, relevante, fiable, comparable y oportuna”. Sí, ya está todo dicho. Lo único que hay que hacer es ponerlo en práctica.
Es lo más elemental. ¿Cuantas veces se ha pedido alguna información simple sobre algunos gastos corrientes,…. ‘ya te lo diré,…’ y no se llegan a saber,…… A veces se teme preguntar,… pues se puede temer es meterse en terreno confidencial,…. y otras veces ‘no me afecta a mi vida directa,… mejor es no revolver,…. tengo otras cosas’. A veces hay exceso de proteccionismo,…o poca implicación,…