Cada vez que hay un capítulo hay que preparar una memoria económica de las actividades, de las comunidades, de la administración provincial… Son páginas y páginas de números y cuadros de Excel, columnas, filas, sumas… todo detallado. Lo mismo cuando hay que preparar los informes anuales que piden los gobiernos generales de nuestros institutos. Se ofrecen guiones exhaustivos con una miríada de datos para rellenar. El ecónomo provincial de turno necesita enterrarse en datos y papeles durante un tiempo para poder salir de la tempestad y presentar el informe a tiempo.
Les voy a ser sincero. Cada vez que me toca colaborar en la preparación de esos informes me surge la pregunta de si servirán para algo, si habrá alguien con el tiempo suficiente para enterrarse en los números de cada provincia o de cada actividad o de cada comunidad y llegar a las conclusiones oportunas. Me temo mucho que la mayor parte de esos informes se miran por encima y se archivan inmediatamente. Y ya hemos cumplido hasta el año siguiente o el capítulo siguiente. Mucho me temo que no soy el único que piensa así. Y que mi pensamiento tiene algún fundamento en la realidad.
En mis primeros años de ecónomo de una comunidad relativamente grande dedicaba un tiempo todos los meses a preparar unos cuadros (entonces lo hacía con un programa que se llamaba Lotus, eran los primeros tiempos de la informática) donde se veían todos los conceptos, lo que se había presupuestado, lo que se había gastado en el mes, lo que se había gastado desde principio de año, lo que quedaba disponible del presupuesto y el porcentaje de esta última cifra con respecto al presupuesto. Eran 6 columnas repletas de cifras y tantas filas como conceptos tenía nuestra contabilidad. Eso se ponía en el tablón de anuncios todos los meses. Al final hubo uno que preguntó en una reunión comunitaria que porque se había dejado de dar información sobre la economía.
No me río. Tenía razón. Aquel montón de números producía el fenómeno contrario al que se pretendía. Tanta información ocultaba y dificultaba ver la verdadera información. Los montones de datos no sirven más que para confundir. ¿Significa eso que no hay que dar datos? Claro que hay que darlos pero en la justa medida para transmitir lo que sucede en la economía, asunto que a todos interesa. La labor del ecónomo no sólo es administrar y contabilizar. También es transmitir. Habrá que seguir hablando de esto.
Nota: Este blog se ha venido publicando puntualmente cada quince días. Pero llega la Semana Santa y será bueno tomarse un descanso. Nos volvemos a encontrar en la semana de Pascua. ¡Feliz Pascua a todos y que llegue también con un poco de descanso!
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