De vez en cuando me llega la noticia de que una congregación religiosa, la mayoría ciertamente femeninas, ha decidido que la responsable de la economía no debe formar parte del consejo o gobierno provincial. Las razones aducidas suelen ser que es una función muy técnica. Al fin y al cabo el ecónomo o administrador lo único que tiene que hacer es llevar las cuentas. Y nada más. Hasta lo podría hacer una persona contratada, un laico.
Está claro –permítanme la ironía– que en las congregaciones que han tomado esta decisión no han leído a Marx. Decía éste que la economía es la infraestructura de todas las estructuras sociales. Algo así como decir que es la base sobre la que se sustenta todo y que hace posible todo. Porque la economía no es hacer cuentas. Lo de hacer las cuentas, la contabilidad, no es más que la forma adecuada de manejar y hacer comprensible la realidad económica de una institución, sociedad, empresa, grupo, club deportivo o lo que sea. Hacer las cuentas es necesario pero no lo es todo ni mucho menos. Luego, con la información adecuada en la mano, viene lo más importante: tomar las decisiones económicas, decidir en qué se gastan los recursos, siempre escasos, de que disponemos. Y eso siempre tiene consecuencias para el grupo. En España sin ir más lejos se ha optado en los últimos años por cuidar más las pensiones que la educación (se han hecho más recortes en ésta que en aquéllas) y eso tiene y va a tener serias consecuencias para el futuro de este país.
Decía un religioso amigo mío que, cuando nos reunimos en capítulo y hacemos un proyecto nuevo, ese proyecto debería tener siempre un anexo económico: cuanto va a costar y de donde van a salir los recursos necesarios para hacerlo posible. Porque todo cuesta. Desde celebrar una asamblea hasta fundar una nueva misión pasando por hacer unos ejercicios espirituales.
Por eso el ecónomo tiene que ser parte del gobierno provincial. Porque no se pueden tomar decisiones sin tener en cuenta la economía. Porque no hay razones pastorales sin bases económicas. ¿Qué diríamos si el gobierno de una nación dejase la economía fuera del gobierno? ¿Si los problemas económicos de las personas no figurasen en la agenda política del gobierno? Pues lo mismo, igualito, en el gobierno religioso. Sin economía no hay misión ni proyectos evangelizadores. El ecónomo no es el freno que impide y para sino el que hace posible, con los pies bien puestos en el suelo, que la misión se haga realidad palpable y concreta en la vida de un instituto y que la misión del instituto sea sostenible en el tiempo actual y en el futuro. Por eso su presencia y su palabra tienen que estar en el meollo de cada decisión. Dentro del gobierno y no fuera.
A vida Religiosa de maneira nenhuma pode ser traçada à luz da economia de um País ou sociedade. A administradora (ecónoma) é uma de muitas irmãs que gere os bens em espírito evangélico e fraterno, 8tem como todos os votos religiosos) procurando estar atenta às necessidades de cada irmã em particular e às obras e missão da congregação em Igreja. Como qualquer elemento da Equipa coordenadora, ela deve estar presente, deve fazer parte dessa equipa: primeiro, porque é peça fundamental sem a qual nada se faz; segundo porque só estará motivada para gerir se estiver dentro dos assuntos, os discutir e ouvir as opiniões das outras irmãs, e por último,
porque sendo uma pessoa capacitada para o cargo, não vejo porque deverá estar fora.
O Bom senso levá-la-á a saber guardar sigilo se esse for o caso, de algum assunto que
por caridade não deva ser exposto. Mas isso, creio que com qualquer cargo. Dá a
sensação que todos os cargos têm pessoas idóneas a poder exerce-los e que quanto à ecónoma, não se confia que seja idónea. Não tracemos os governos da vida consagrada à luz da sociedade civil. Penso que o fazer parte da equipa dará à ecónoma ou administradora mais segurança.